“La belleza está en el interior”

–La sopa castellana.  

No te vamos a mentir: esta sopa tiene lo mismo de fea que de rica.

El sabor de su caldo es intenso por su toque de pimentón. Dentro encontrarás media rebanada de pan blandito, trozos de huevo y muchísimos taquitos de jamón que harán que no eches de menos la sal.

Pero más allá de los detalles, el caldo de carne tiene 7 beneficios muy poco conocidos:  

1. Está lleno de nutrientes vitales como calcio, magnesio y vitaminas A y K, que llegan a tu cuerpo en un formato super digestible (en caldo).

2. Te ayuda a regenerar tu intestino y evitar dolores.

3. Su glucosamina te dará más movilidad en las articulaciones.

4. Es rico en colágeno, esencial para tener una piel sana y un cabello fuerte… y nuestro cuerpo lo produce cada vez menos tras los 30 años.

5. Sus aminoácidos ayudan a dormir más profundamente.

6. Su glicina elimina toxinas de tu cuerpo y te hará sentir con más energía.

7. …y sus aminoácidos te ayudan a reducir la inflamación.  


Sea nuestra sopa o la tuya propia, introducir caldo de carne en tu dieta es una muy buena idea.

Esta ensalada de pimientos asados (o Escalivada para los mediterráneos) es nuestro tupper más bipolar y podemos explicarte porqué:

1. Si te la comes fresquita en verano, encontrarás sabores auténticos de la huerta y del campo: pimiento ecológico rojo, verde… cebollita, aceite de oliva virgen extra, huevo troceado y atún.

Recién salida del frigo, tiene un efecto frío.

2. En invierno, puedes darle un golpecito de calor a la plancha y dorar verduras de la máxima calidad sin preparar nada.

También puedes comerla como plato principal, o como un acompañamiento de lujo a unos filetes a la plancha.


“¡Con tostadas está de vicio!”–nos decía Jordi.

Si te apetece probarla así aunque estés con la Keto, puedes coger un par de rebanadas de pan keto y seguir su truco...

Que esta crema sea gourmet porque lleva dentro lo mejor del mar no sorprende.

Lo que sí sorprende es la sensación de “esto es casero” que tienes cuando la pruebas.

Si lees “crema de marisco”, quizá te venga la imagen de un restaurante. Luego das una cucharada y te parece hecha en casa: te alimenta, te nutre, te cuida de una forma más natural.

Esta crema se parece más al caldero con gambas, pulpo y merluza que te podrían servir triturado en un puerto de pescadores… que al mantel blanco de un restaurante.

Resumiendo:

Una crema para los que les gusta más el marisco que el postureo.